Song | En El Rio |
Artist | Amaral |
Album | Pájaros En La Cabeza |
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Anoche soñé que mi padre estaba vivo y pescábamos juntos en el río. Como aquella vez, a mediados del verano, que de niños nos bañábamos en el río. Él, que fue testigo generación tras generación, no verá a mis hijos. En el río las libélulas volaron al exilio. En el río, de su cauce ha quedado sólo un hilo. Y ese hilo grita asesinos. Anoche soñé que nadando río abajo yo llegaba hasta el mar. Te vi al pasar, sonriendo en una orilla. Te llamaba pero no me oías. Él, que fue testigo generación tras generación, él se fue contigo. En el río las libélulas volaron al exilio. En el río, de su cauce ha quedado sólo un hilo. Y ese hilo grita asesinos. Cuando el sol se hunde y cede el cielo al crepúsculo, el atardecer cede el río a las luciérnagas. Miles de brillantes ojos lo observan todo. |
Anoche soe que mi padre estaba vivo y pesca bamos juntos en el ri o. Como aquella vez, a mediados del verano, que de ni os nos baa bamos en el ri o. É l, que fue testigo generacio n tras generacio n, no vera a mis hijos. En el ri o las libe lulas volaron al exilio. En el ri o, de su cauce ha quedado so lo un hilo. Y ese hilo grita asesinos. Anoche soe que nadando ri o abajo yo llegaba hasta el mar. Te vi al pasar, sonriendo en una orilla. Te llamaba pero no me oi as. É l, que fue testigo generacio n tras generacio n, e l se fue contigo. En el ri o las libe lulas volaron al exilio. En el ri o, de su cauce ha quedado so lo un hilo. Y ese hilo grita asesinos. Cuando el sol se hunde y cede el cielo al crepu sculo, el atardecer cede el ri o a las lucie rnagas. Miles de brillantes ojos lo observan todo. |
Anoche soé que mi padre estaba vivo y pescá bamos juntos en el rí o. Como aquella vez, a mediados del verano, que de ni os nos baá bamos en el rí o. É l, que fue testigo generació n tras generació n, no verá a mis hijos. En el rí o las libé lulas volaron al exilio. En el rí o, de su cauce ha quedado só lo un hilo. Y ese hilo grita asesinos. Anoche soé que nadando rí o abajo yo llegaba hasta el mar. Te vi al pasar, sonriendo en una orilla. Te llamaba pero no me oí as. É l, que fue testigo generació n tras generació n, é l se fue contigo. En el rí o las libé lulas volaron al exilio. En el rí o, de su cauce ha quedado só lo un hilo. Y ese hilo grita asesinos. Cuando el sol se hunde y cede el cielo al crepú sculo, el atardecer cede el rí o a las lucié rnagas. Miles de brillantes ojos lo observan todo. |