Alto en la cumbre todo el jardín es luna, luna de oro. Más precioso es el roce de tu boca en la sombra. La voz del ave que la penumbra esconde ha enmudecido. Andas por tu jardín. Algo, lo sé, te falta. La ajena copa, la espada que fue espada en otra mano, la luna de la calle, ¿dime, acaso no bastan? Bajo la luna el tigre de oro y sombra mira sus garras. No sabe que en el alba han destrozado un hombre. Triste la lluvia que sobre el mármol cae, triste ser tierra. Triste no ser los días del hombre, el sueño, el alba. No haber caído, como otros de mi sangre, en la batalla. Ser en la vana noche él que cuenta las sílabas.